12 oct 2007

Celebración de la Hispanidad




o también




¡Santiago, y cierra España!




En fecha tan señalada, y al hilo de la nota de ayer, dos temas relacionados: la celebración del congreso Pensar en Español (en el que el Cervantes, la principal institución encargada de la difusión de la lengua española, sólo aparece entre los listados del Comité Promotor) y las declaraciones de Antonio Gamoneda, poeta, premio Cervantes 2006 y presencia constante en los últimos tiempos en las noticias culturales de los periódicos, ambos temas reunidos en el reportaje de Informe Semanal que enlazo aquí. Transcribo, para ver si así me lo acabo de creer, el minuto y pico de entrevista con Gamoneda (sitúense en el minuto 9'50'', más o menos):



Transcripción para los que, como yo, no dan crédito:

G: No es indiferente un idioma u otro, porque la articulación, la coloración de la palabra es distinta. Yo veo por ejemplo como mis traductores, los ingleses, están empeñados en que explique lo que no debo explicar, lo que tiene que estar implícito y hasta oculto en el poema.

L: Asturiano, casi leonés, premio Cervantes de Literatura, sabio, irónico... Lo encontramos con su último poema, por el momento, que habla de abismos y despedidas presentidas. Nunca quiso aprender otra lengua que el español, para poder pensar en su idioma sin contaminaciones.

G: Para la comunicación afectiva, emocional y estética, en esa gama de sensibilidad y de sentimiento, yo creo que el español es el lenguaje más fuerte.


Pero qué fuerte.

El provincianismo cateto se está adueñando de nuestra élite cultural, haciendo ondear fuera de tiempo la bandera de los mitos imperiales, para con el orgullo así oxigenado disimular los complejos y la clara conciencia de padecer imperdonables carencias. Nebrija dijo "Porque la lengua fue siempre compañera del imperio", y tenía su punto de razón pragmática, y eran otros tiempos, y sabía latín y no se contaminaba. La leyenda dice que Carlos I de España y V de Alemania (y también eran otros tiempos y quizás son sólo habladurías) hablaba con sus caballos en alemán (que era su lengua), con las damas en francés y con Dios ni más ni menos que en español. Y después, decimonónico y montañoso, vino Unamuno con su "¡que inventen ellos!".


Y Santiago y cierra España.

Feliz "Fiesta de la Raza".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno ya lo de contaminación da un matiz negativo. Hay opiniones para todo, aunque yo prefiero el dicho que un estudiante marroquí me enseño: "dime cuantas lenguas conoces y te diré cuantas personas eres". Más maneras de sentir si conoces más, pero el desconocimiento poca variedad puede dar.
Un saludo desde Barcelona.

Teresa de Santos dijo...

Gracias por tu visita, María.
Yo creo que verse en la necesidad de aprender y hablar de adulto una lengua que no es la tuya es una experiencia que te hace a la fuerza humilde y tolerante. Y, además, sobre todo te amplía la perspectiva y te da el placer de hacer descubrimientos y establecer relaciones. Como un viaje imborrable, proporciona inquietudes e inseguridades, placeres y descubrimientos, y te hace crecer. Y bueno, seguro que no se puede vivir ni crecer sin contaminarse.

Anónimo dijo...

El francés es la lengua del amor (vaya, qué mal suena eso), el alemán, la de la filosofía (parece que si no hablas la lengua de Goethe no tienes ni filo ni sofía) y, para hablar con Dios, claro, el español (¿será por eso que las líneas de telefónica siempre comunican?).
Así nos va, Teresa.
Gracias por la reflexión y por la entrada (que RTVE esté en YouTube es la segunda gran noticia desde que Microsoft ha tenido que rendirse también, a ver si aprenden).

Teresa de Santos dijo...

A ti, Javier, por la visita.

Teresa