Me pregunto si este uso de los niños como muñecos de guiñol, haciéndoles decir cosas que no comprenden y pervirtiendo su deseo de hacer las cosas bien (bien según el canon adulto que tengan más cerca), pervirtiendo y aprovechando su necesidad de agradar y ser corroborados y aplaudidos para sentir seguridad y sentirse aceptados y queridos, no es delictivo. A mí me lo parece, desde luego. Me parece pura pornografía moral.
Vía: ¡Molina, pírate!
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